Hasta tiempo recientes, la escuela se ocupaba, desde el punto de vista formal, exclusivamente de las áreas denominadas académicas. Incluso puede decirse que lo hacía sin preocuparse demasiado de los alumnos y alumnas con dificultades de aprendizaje, porque al fin y al cabo, la esencia de su función era enseñar y evaluar con el fin de clasificar y seleccionar a los alumnos y alumnas.En las últimas décadas, por motivos sociales y educativos, se ha desarrollado una verdadera preocupación por atender al alumnado que tiene necesidades educativas especiales y por integrarlos de manera efectiva en las aulas.
Por lo tanto, el deber de la escuela y los educadores es intentar cambiar o modificar esto y empezar a integrar en el aula conocimiento que les sirvan tanto en la vida académica-profesional como en su vida emocional.
Por lo tanto, el deber de la escuela y los educadores es intentar cambiar o modificar esto y empezar a integrar en el aula conocimiento que les sirvan tanto en la vida académica-profesional como en su vida emocional.
En definitiva, creemos que no es fácil ni para el centro ni para la familia
tratar con un niño que tenga problemas de conducta o de personalidad. La colaboración
de la familia, maestros y otros especialistas de la salud debe ser continua
para que el seguimiento del niño sea efectivo.
Se ha de cuidar con detalle tanto el entorno familiar como el escolar para
favorecer los comportamientos de aprendizaje en el niño. Nosotras como
docentes, debemos procurar cuidar todos los aspectos que nos competan en el
entorno escolar y colaborar en el familiar en la medida de lo posible.
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